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SER MÁS TOLERANTES NOS HACE MÁS FELICES



Desde que tomamos conciencia de nosotros mismos, los seres humanos tendemos a autodefinirnos. Así, vamos incorporando ideas, valores, pensamientos y opiniones que contribuyen a formar una imagen de quienes somos. No obstante, ser más tolerantes puede enriquecernos a nivel social y personal.

No siempre nos resulta sencillo abrirnos a puntos de vista diferentes o contrarios a los nuestros. Al fin y al cabo, en la era del individualismo y la competitividad, son pocas las personas que se toman el tiempo de escuchar verdaderamente a los demás.

Nuestras creencias parecen ser las más acertadas y no dudamos en defenderlas a capa y espada, aunque esto nos suponga conflictos interpersonales o, incluso, cause daño a algún otro. No obstante, desarrollar la tolerancia no solo nos acerca a la felicidad sino que nos permite disfrutar de relaciones más satisfactorias.

Claves para ser más tolerantes
Todos deseamos disfrutar de los beneficios de la tolerancia, pero aplicarla en nuestro día a día puede resultar complicado. Por ello, a continuación presentamos algunas claves que nos ayudarán a lograr el objetivo.

Ser conscientes de los propios sesgos
Nuestras creencias nos definen; y, por lo mismo, es natural que tratemos de mantenerlas intactas. Todas las personas ponemos en marcha diferentes sesgos y mecanismos para «protegernos» de aquellas opiniones y evidencias que contradicen lo que consideramos como cierto.

Así, tendemos a buscar informaciones y opiniones que refuerzan nuestros puntos de vista y obviamos, ignoramos o atacamos las que van en sentido contrario.

Ser conscientes de cómo funciona nuestra mente nos ayudará a no dejarnos llevar por estas dinámicas. Así, antes de rechazar, juzgar o criticar a otros, lo ideal es preguntarnos por qué lo estamos haciendo. Con el tiempo nos resultará cada vez más sencillo identificar estas trampas mentales y ver más allá de las mismas.

Rodearnos de personas diversas
Para aprender a ser más tolerantes, hemos de abrirnos a conocer otras realidades. Si normalmente nos movemos en un mismo entorno y nos relacionamos con un círculo reducido de personas, esas posibilidades se limitan.

Por lo mismo, resulta interesante ampliar nuestro círculo social, viajar, adentrarnos en otras culturas y relacionarnos con personas de diversas edades, etnias, procedencias e intereses.

Escuchar para comprender, no para responder
Muchos de los malentendidos, conflictos y discusiones surgen porque no mantenemos una actitud abierta hacia lo que los otros tienen que decir. Escuchamos para responder, para rebatir, para explicar porqué nuestra opinión es la realmente válida.

Si queremos aprender a ser más tolerantes, hemos de empezar por escuchar activamente; no con la intención de buscar fallos en el discurso del otro, sino con el objetivo de comprender verdaderamente su realidad. Al fin y al cabo, toda opinión es un reflejo de las propias vivencias; y, por ende, no podemos juzgar a nadie sin conocer su camino.

Entonces, preguntemos, escuchemos, reflexionemos, interesémonos genuinamente por los otros. Tratemos de comprender de dónde provienen sus valores, ideas y creencias. Este ejercicio de empatía nos será realmente útil.

No temer cambiar de opinión
Ser tolerante implica no juzgar, ser flexible y capaz de realizar autocrítica. Así, es posible que en determinados momentos descubramos una información que nos haga replantearnos nuestras creencias. Y esto es completamente válido, es así como las personas maduramos y nos vamos transformando en nuestra mejor versión.

No temamos cambiar de opinión, no lo veamos como una incoherencia, en realidad se trata de un paso adelante. Recuerdemos que tenemos derecho a redefinirnos y no estamos obligados a cumplir con la persona que fuimos en el pasado. Integremos sin miedo todas las nuevas perspectivas que se nos presenten y con las que conectemos, aunque sean contrarias a las que manteníamos.

Respetar no es igual a compartir
Con frecuencia asumimos que respetar las creencias o modos de vida de los demás implica estar de acuerdo con ellos, pero esto no tiene por qué ser así. Ser más tolerante con otros puntos de vista no implica que tengamos que modificar el nuestro, únicamente significa que respetamos las opiniones y las decisiones del prójimo, aunque no sean las que nosotros tomaríamos.

Ser más tolerantes nos hace más felices
Los individuos intolerantes suelen mantener unos patrones de pensamiento rígidos e inamovibles, y esto causa sufrimiento en muchas ocasiones. Las personas, las circunstancias y la vida en general no siempre responderán a nuestros deseos y preferencias, y hemos de asumirlo. Resistirnos a lo diferente nos causa inquietud, desasosiego y tensión interna. Por el contrario, aceptar nos permite vivir en armonía.

Por otro lado, ser más tolerantes nos ayuda a gozar de relaciones interpersonales más sanas y satisfactorias. Vínculos en los que ninguno de los integrantes desea cambiar al otro y, por contra, ambos se enriquecen mutuamente.

Es nuestro ego el que trata de controlar todo lo que ocurre a nuestro alrededor, el que siente la necesidad imperiosa de que nada se salga de nuestros moldes. Si lo trabajamos, podremos abrirnos a una mentalidad más flexible y a un pensamiento más fluido.

Fuente: Mejor con salud




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