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VILLABLINO: ARTE Y NATURALEZA EN ARMONÍA ENTRE EL MUNDO URBANO Y RURAL

El verano es un buen momento para callejear por la villa lacianiega, que en su entorno urbano no deja de deparar sorpresas con magníficos murales artísticos, zonas con esplendor natural, arquitectura digna de ver y rincones desconocidos. Luis Álvarez nos lleva por este recorrido que diseñó durante el confinamiento.
Vistas desde calle La Soledad de Villablino 2

Vistas desde calle La Soledad de Villablino

Para poner fin al confinamiento domiciliario, se me ocurrió que podría ser una buena idea hacer un recorrido minucioso por todo el pueblo de Villablino, callejeando de este a oeste y de norte a sur, para ver la realidad que presenta el pueblo para el regreso a la rutina. Y durante los cinco primeros días de la semana pasada y algo más de 25 kilómetros a pie por calzadas y caminos de la capital municipal, tengo ya una percepción general del panorama urbano, que se nos ofrece para este verano recién inaugurado.

La verdad es que la idea no ha sido del todo peregrina, es más la recomendaría para todos mis convecinos, como una inestimable ayuda para saber dónde y en que entorno viven aquellos con los que nos encontramos en la consulta del médico, en la compra del supermercado, tramitando unos documentos o en el simple paseo diario.

Y sin pretender recuperar aquellas viejas prácticas aún vigentes a principios del siglo XX, de los maestros que instruían a sus alumnos en los conocimientos de su territorio, mostrándoles en excursiones pedestres los límites y características de las posesiones de sus pueblos; es casi recomendable algún intento experimental de paseos educativos por el entorno, en el sistema educativo actual tan dado a lo virtual e irreal y tan poco a lo real y palpable.

Estos paseos intensivos me han ofrecido la posibilidad de hallar estrechas y diminutas rendijas a través de las que he percibido imágenes talmente escapadas del paraíso, así como grietas que me abrieron vistas a las ruinas, y resquicios de visiones del abandono. Y he sentido envidia de los que habitan los barrios altos, El Pico del Pueblo, La Corradina, La Fuxiaca o la calle La Soledad, donde ésta deja de ser un castigo para pasar a convertirse en bendición.



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